Castell de Sentmenat |
El castell em va donar bona impressió des del principi. La seva planta semicircular el fa molt atractiu a la vista. Però a més de la seva elegància, es tracta d'una fortificació molt funcional. De fet, va ser emprada des del segle XI fins el XVIII, així que no es pot demanar més. Bé, podríem dir que fins el segle XXI, ja que, com explicaré, també ens va oferir la seva protecció.
La nova eina d'en Miquel |
El Miquel ens va ensenyar noves eines, com una mena d'aixada corba per treballar la fusta o pedres de sílex per fer foc. I allà que es va posar a tallar un tronc per a fer una mena de bol. ¡És un manetes medieval!
Jo portava el meu petit escriptorium, precisament obra d'en Miquel. Vaig continuar el meu manuscrit d'una pàgina de la Bíblia de Sant Pere de Rodes del segle XI. ¡Vull el llibre per les quatre de la tarda! em deien de conya.
Al aixecar-se el vent vam haver d'anar dintre del castell a fer el dinar. Un gran forat al terra semblava fet expressament per fer unes bones brases. I és que estàvem cuinant precisament a les antigues cuines del castell. Era una escena certament enigmàtica. Les ombres crepitaven i semblaven ànimes que creixien a les parets.
Dames de Salern i Arnau Mir de Tost |
¡Vaig gaudir com un nen! Vam muntar dues línees de llancers. Els que estàvem a primera línea havíem de fer cops de llança ascendents i els de darrera, descendents. Aquests últims havien de fer passar la llança per l'espai deixat entre els dos peons de la línea davantera. Era un exercici que exigia molta precisió.
Milícies i cavaller instructor preparant-se per l'entrenament |
Després l'entrenament es va anar complicant. Als moviments de les llances es va afegir la marxa de la formació. El soldat que estava a la dreta del tot marcava el ritme. Primer a pas ràpid, després a galop i després la càrrega final. Aragoooooooó!
El castillo de Sentmenat vuelve al siglo XIII
El castillo me dio buena impresión desde el principio. Su planta semicircular lo hace muy atractivo a la vista. Pero además de su elegancia, se trata de una fortificación muy funcional. De hecho, fue empleada desde el siglo XI hasta el XVIII, así que no se puede pedir más. Bueno, podríamos decir que hasta el siglo XXI, ya que, como explicaré, también nos ofreció su protección.
En la explanada a los pies del castillo montamos la parada la gente de Arnau Mir de Tost y las Dames de Salern. En la mesa no faltaba de nada, comida en abundancia, los licores excelsos de Xavi el Alquimista, los embutidos supremos de Alberto y diferentes tipos de utensilios.
Miquel nos enseñó nuevas herramientas, como una especie de azada curva para trabajar la madera o piedras de sílex para hacer fuego. Y allí que se puso a cortar un tronco para hacer una especie de bol. ¡Es un manitas medieval!
Yo llevaba mi pequeño escriptorium, precisamente obra de Miquel. Continué con mi manuscrito de una página de la Biblia de Sant Pere de Rodes del siglo XI. ¡Quiero el libro para las cuatro de la tarde! me decían de broma.
Al levantarse viento tuvimos que ir dentro del castillo a hacer la comida. Un gran agujero en el suelo parecía hecho expresamente para hacer unas buenas brasas. Y es que estábamos cocinando precisamente en las antiguas cocinas del castillo. Era una escena ciertamente enigmática. Las sombras crepitaban y parecían ánimas que crecían en las paredes.
Después de una buena comida y de una charla reposada en la sobremesa -de esas sobremesas que se disfrutan porque no hay ninguna prisa por acabar-, por la tarde me animé a participar en un entrenamiento de las milicias de la Corona de Aragón del siglo XIII, organizado por el grupo Aliger Ferrum. Algunos capacetes estaban inspirados en las pinturas murales del Saló del Tinell de Barcelona. ¡Que lustrosas quedaban! Parecía que las pinturas hubieran cobrado vida.
¡Disfruté como un niño! Montamos dos líneas de lanceros. Los que estábamos en primera línea teníamos que dar golpes de lanza ascendentes y los de atrás, descendentes. Estos últimos tenían que hacer pasar la lanza por el espacio dejado entre los dos peones de la línea delantera. Era un ejercicio que exigía mucha precisión.
En la primera línea practicamos otra posición: poner el extremo de madera de la lanza en el pie derecho y aguantar la punta en posición ascendente. Me imagino que ésta era la manera de hacer frente a una carga de caballería del enemigo, después de lanzar algún dardo cuando estaban cerca justo antes de preparar la lanza. Los que sois expertos ya me diréis si es correcto.
El caballero instructor llamaba al orden cuando veía algún golpe débil de lanza, reclamando golpes más contundentes. Y que no se te ocurriera hacer una broma, ¡que te clavaba una bronca del demonio!
Después el entrenamiento se fue complicando. A los movimientos de las lanzas se añadió la marcha de la formación. El soldado que estaba a la derecha del todo marcaba el ritmo. Primero a paso rápido, luego a trote y después la carga final. Aragoooooooón!