domingo, 28 de septiembre de 2014

Piel de Harpía

Tienda vikinga.
Detalle de un musulmán de
Al-cura.
El pasado fin de semana Balaguer volvió a recuperar sus días dorados como capital del Comtat d'Urgell de la mano de más de 200 recreacionistas. Allí estuvo este humilde servidor en su doble faceta de cronista y caballero de la guardia condal.

Y es que los condes no repararon en gastos para ofrecer tres días de grandes festejos para el deleite de sus vasallos. Tras dar una vuelta por el campamento, al visitante le queda bien claro que en el Medievo quien se aburría era porque quería. Porque no todo se reducía al acero, amigas y amigos: juegos de pelota, destilación con alambrique, sesión de escriptorium, consejos de belleza, acuñado de monedas, por no hablar de los banquetes de la mano de Bastimento, con esa sopa de almendras y ese pollo con salsa de melocotón que muchos devoramos con fruición. Por no hablar de su hidromiel e hipocrás... puro elixir...

Sergio López.
Taller de caligrafía medieval.
Pero ahuyentemos las tentaciones del pecado y centrémonos en actividades más virtuosas. Justamente, yo el sábado asistí al taller de introducción a la caligrafía medieval impartido por Sergio López (Horiulfo), de Guardianes del Castelar. Fue realmente instructivo, ya que pudimos conocer algunas curiosidades, como que en aquella época también se empleaban abreviaturas mediante una serie de signos. Así que no vayamos de modernos con nuestro lenguaje whatsappero, que lo de acortar ya se inventó hace siglos. Sergio también nos explicó que existen multitud de variantes de las caligrafía carolina y gótica, y que cada escribanía solía emplear una seña de identidad propia, haciendo el rabillo de una letra de una manera particular.

Juego de La Soule.
Autor: Miquel del Riu
Pero no hay mens sana sin corpore sano, así que un grupo de vasallos se entregaron al juego de La Soule, organizado por Paco Boru. Una doncella permanece quieta en un extremo del campo y otra, en la otra punta. Cada equipo debe intentar llevar la pelota con palos y patadas a la 'parroquia' del equipo contrario. Hubo un momento que se produjo un auténtica melé de doncellas que buscaban desesperadamente la pelota, pero con los bajos de sus vestidos no la conseguían localizar. Al final, resulta que se la habían dejado unos metros atrás. Pues bien, al final, el equipo vencedor se llevó a la doncella como trofeo a su campamento, entre los vítores y las carcajadas del público.

Foto de familia de Arnau
Mir de Tost tras la batalla.
Por la tarde, sonaron los tambores de guerra, así que todos los combatientes fueron prestos a pertrecharse. En una primera fase se enfrentaron fuerzas vikingas contra las huestes musulmanas de Al-Qura, en un choque lleno de colorido. Después nos tocó el turno a los combatientes del siglo XIII. Llegó el momento de saldar cuentas con el Obispado por la disputa de unas tierras. La verdad es que tener a todas las órdenes militares en el bando contrario impone mucho respeto ¡Con la iglesia hemos topado! Pero al final, la victoria fue nuestra y las tierras volvieron al dominio condal. Fue un honor luchar al lado de mi nuevo compañero de armas Miquel. Seguiremos defendiendo los colores del Urgell allí donde sea menester.

La reina del baile
Miquel, con el estandarte de
Arnau Mir de Tost.
La Harpía de Balaguer.
Tras el tradicional desfile de antorchas por la muralla, algunos pudimos disfrutar del baile de la Harpía en la Plaza Mercadal, la figura mitológica -una ave con cabeza de mujer- más importante del bestiario de Balaguer, convertida en una geganta. Sin duda, una imagen llena de fuerza y magnetismo que simboliza a la perfección el carácter de esta ciudad, que mira al pasado con orgullo, no con nostalgia.

Homenaje a Ferran Balaguer.
Al regresar al campamento, se produjo el momento más emotivo del encuentro: el homenaje a Ferran Balaguer, el pionero de la recreación medieval en Catalunya recientemente desaparecido. Todos dejamos la antorcha en un pebetero y alrededor del fuego escuchamos los cánticos de la coral Ligua Franca. Después, sólo las campanas de Santa María de Balaguer se atrevieron a romper el silencio. Parecían unirse de esta manera al tributo... Piel de gallina, mejor dicho, piel de Harpía... Al final, el Premio Ferran Balaguer recayó en Jaume Penyafort, compañero de Ferran en el grupo Arquers del Rei Jaume.

Actuación de La Ringlera.
Pero, como bien dijo Ricard Monfort, de Arnau Mir de Tost, el homenaje no hubiera estado a la altura si nos hubiéramos dejado llevar por la tristeza. Y quién mejor para levantar los ánimos que el grupo La Ringlera. Sus tambores y grallas llenaron la noche de Balaguer de risas y buen rollo. Sólo deciros que al día siguiente tenía agujetas en los brazos y no sabía si era de la batalla o de tanto aplaudir.

Tienda de Al-cura.
El domingo fue el día de puertas abiertas del campamento. Se produjeron situaciones curiosas, como ver a algunas vecinas musulmanas de Balaguer haciendo fotos de manera apasionada a los guerreros almorávides de Al-cura (Alcora) y sus preciosas mujeres. Y es que, al final, todos estamos conectados a través de la historia.

Tienda de las Dames de Salern.
Y la actividad siguió frenética en el campamento. Mientras unos seguían con los juegos de pelota, las Dames de Salern desvelaban los secretos de belleza y salud para que una doncella estuviera 'divina' después de un largo viaje. Sin esos consejos, de buen seguro que muchas nobles y reinas no hubieran logrado persuadir con sus encantos para lograr ese tratado de paz tan provechoso o no hubieran causado tan buena impresión en determinada corte.

Muy cerca de allí, Xavi, el alquimista de Arnau Mir de Tost, destilaba aguardiente con el alambrique, pensando en su próximo objetivo: ¿El elixir de la vida eterna quizás? ¡Tiempo al tiempo! 

Sólo puede quedar uno
Empezó a chispear, amenazando la celebración de las lizas, pero nueve caballeros estaban ya pertrechados. No miraban al cielo, ni se preocupaban por el posible óxido que podía aparecer en sus armaduras, sólo pensaban en combatir. Y ciertamente lo hicieron de manera magistral. La final enfrentó a dos grandes guerreros curtidos en mil batallas: Carlos, de Miles Seculi, y Roger, de la Orden de la Espada. El trofeo se lo llevó Carlos, que revalidaba de esta manera el título de la pasada edición. 

Mesa de Arnau Mir de Tost.
Dolors, de Arnau Mir de Tost, junto
a Kiwi.
Pero no fue el único agasajado. El premio de la competición de azconas lo alzó Julio, de la coral Lingua Franca; el de hachas, Carlos Merchant, de Miles Seculi; Alba Ulfsteinsdottir, de Fornafolket, se impuso en la categoría de mejor vestimenta femenina; José Serrano, de Al-cura (Alcora), en la de mejor indumentaria masculina, y la jaima de las Dames de Salern fue considerada la mejor decorada.

Esta vez volví a casa con la sensación de no ir solo por los caminos. Quizás era Harpía, que con su vuelo imperial iba ahuyentando los peligros que me acechaban.


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